jueves, 2 de febrero de 2012

Jornada 15. Juventud 2 - Balsas 1


Andaban los tigres agazapados entre la espesura de la jungla, lamiéndose las heridas de sus últimas contiendas cuando, sin tiempo para cicatrizar los daños, ante ellos se presentaba un nuevo y poderoso enemigo, las temibles avispas de la margen izquierda.  No era el mejor momento de los naranjas, y temíanse sus incondicionales que cualquier aguijonazo podía rematar su maltrecha confianza, más de nuevo estas pequeñas fieras volvieron a dar una lección de lo que hay que hacer cuando te chocas contra el mismo muro dos veces seguidas, intentar rodearlo…

Comenzó la contienda con los avispas decididos a finiquitar la contienda a las primeras de cambio, y en formación de enjambre mosqueado se lanzaron al ataque contra los todavía renqueantes tigres.  Éstos, repitiendo el guión de los últimos encuentros, se dedicaban a achicar balones de las inmediaciones de sus dominios que a cada vuelo rasante de los gualdinegros se hacían más y más pequeños.  Diez, quince minutos de asedio que los naranjas no conseguían frenar porque cada balón rechazado caía como atraído por un imán junto a las botas visitantes.  Y entonces ocurrió, uno de los tigres atrapó un balón junto a la divisoria de ambos campos y vio a lo lejos la línea de fondo rival que hasta entonces parecía que alguien se había olvidado de pintar, y cual delantero de fútbol americano se fue a por ella pegado a la línea lateral dispuesto a anotar su particular touch down, más a mitad de camino, y tras dejar atrás a cuantos avispas intentaron frenarlo, advirtió que otro de los tigres le acompañaba en tan loca misión más escorado a la derecha.  El certero pase que envió dejó al delantero naranja sólo frente al portero dispuesto a cambiar el rumbo del partido.  Y acertó, el 1-0 subió al marcador gracias al letal zarpazo de los tigres, que como todo el mundo debiera saber son más peligrosos cuando se sienten heridos.

Ese gol no sólo trajo consigo la momentánea victoria sino que, mucho más importante que eso, devolvió a los naranjas la confianza y el orgullo necesarios para jugar a esto del pelotón, y a partir de ese momento la contienda fue realmente una contienda, donde dos rivales se tratan de tu a tu, cada uno con sus armas, y no un simple entrenamiento con sparring.  En estas circunstancias los tigres se desenvuelven mucho mejor, y un nuevo zarpazo, esta vez no aislado sino fruto del juego desplegado, se convirtió en el 2-0 para los locales que ya solo variaría en las postrimerías del encuentro cuando los avispas convirtieron una pena máxima dejando el marcador en el definitivo 2-1.

Felicidades tigres porque supísteis reponeros, pero no dejéis nunca de confiar en vosotros.  A juicio de este aprendiz de aficionado, para ganar al jueguecico éste es necesario por supuesto saber jugar, y en eso estáis, aprendiendo, y en eso están, enseñándoos, pero tan importante como eso es la confianza en uno mismo y el orgullo, y eso tenéis que buscarlo dentro.


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