El Montecarlo salió con ganas, dispuesto a abdicar de su corona de rey del empate, achuchando a los naranjas en toda la cancha e intentando llegar con ventaja al área local. El Juventud, en estos primeros momentos intentaba recuperar el balón que escondía el Montecarlo, pero no lograba combinar sus piezas para trazar jugadas limpias. Tan solo algunos ataques aislados metían el susto en el cuerpo a los de Torrero, pero la mayoría del juego se desarrollaba en el centro del campo sin un claro dominador. No fue hasta el minuto 17 (de acuerdo con el acta del partido) cuando los naranjas se vieron espoleados. Los tigres se crecen ante las adversidades, y a veces necesitan un pisotón en el juanete para reaccionar.
A partir de ese momento, los naranjas se multiplicaron por la cancha, se les veía subir a atacar culminando las jugadas, volver a defender de inmediato tras terminarlas, luchar cada balón, apoyar al compañero, cubrir los espacios… en fin, impresionante (creo que esto ya lo he dicho). A la vista del juego, no parecía que uno de los equipos estuviera en inferioridad numérica, y hasta el final lucharon como tigres por una victoria que tan solo unos milímetros les privaron de conseguir en un par de ocasiones. No se os puede pedir más, lo del sábado es una muestra más de las razones por las cuales, los que os seguimos, estamos rendidos a vuestros pies y no podemos por menos que sentir admiración por lo que, cada vez que os juntáis para darle patadas a la pelotica, sois capaces de hacer.
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