martes, 22 de febrero de 2011

Jornada 17. Montecarlo 1 - Juventud 3

Como dijo el poeta es preciso gozar de emociones para sentirse vivo, pero me parece que el tipo este no jugaba al fútbol, porque tanta emoción más que vivo puede dejarte en el sitio… Madre mía del amor hermoso! Qué partido! Quizá no los cincuenta minutos, pero los diez últimos fueron de infarto.

Y eso que el partido comenzó bien para los naranjas, nada más empezar un par de buenas jugadas pudieron acabar con el balón en el fondo de las mallas locales, pero los hados, que esta vez vestían de rojo y negro, se pusieron del lado del Montecarlo y soplaron para evitarlo. El Juventud dominaba el juego, pero las ocasiones no terminaban de culminarse con el tan ansiado gol. Tuvimos que esperar casi al final del primer periodo para que, tras una gran jugada que comenzó en una banda y finalizó en la contraria, el dichoso baloncico accediera a traspasar la línea de gol.

La segunda parte comenzó siguiendo los mismos derroteros, pero poco a poco el Montecarlo se vino arriba, y aunque sin demasiado peligro, comenzaba a estirarse en busca del empate. El mayor peligro local llegaba sin embargo en las faltas que el portero se encargaba de lanzar y en los saques de esquina. Y fue gracias a uno de ellos que los locales consiguieron empatar el partido. Quedaba poco tiempo y el empate parecía irremediable… más cuán atrevida es la ignorancia! Los pequeños tigres volvieron a recordarnos que, además de haber conseguido una seguridad tremenda, son capaces de sacar las garras a relucir si el partido lo requiere, y esta vez lo requería. No merecían el resultado que el marcador reflejaba y no estaban dispuestos a dejar los dos palitos en el luminoso, así que se lanzaron cual jinetas malheridas a por el segundo gol y con un zapatazo desde la frontal del área que pasó entre el portero y el poste (p’a mi que se desinfló al pasar porque si no no cabía) lograron adelantarse de nuevo cuando casi el tiempo estaba cumplido. Algarabía en el campo, regocijo en la grada, y el corazón que empezaba a sufrir. Pero es que no acabó ahí la cosa, y en un ataque de compasión hacía sus progenitores y en previsión de que a los locales se les ocurriera la peregrina idea de empatar el partido, los tigres conseguían el tercer gol en un contraataque.

uf…. Tranquilo cuore!, ya pasó….

Y así fue que pasamos la mañana del sábado, seguramente hay otras cosas que pueden hacerse en la matiné del sexto día, pero con partidos como este, estoy seguro que pocas tan emocionantes y divertidas. Gracias de nuevo chicos por estos raticos!

Y después de esto, como diría Lafitasss: “Y ahora qué misters?”


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