Carta a Eolo:
Estimado señor de los vientos, somos conscientes de que usted campaba por estos lares mucho antes de que a algún iluminado se le ocurriera la peregrina idea de atizarle un puntapié a una sandía, pero esa antigüedad en el cargo no le hace acreedor de la potestad de fastidiarnos el entretenimiento matinal de los sábados. A nuestros chicos les gustaría, si no es mucha molestia, que cesara de acudir a los campos de fútbol al menos en el momento de la disputa del partido. Quizá se de la circunstancia de que sea usted un gran aficionado al deporte del balón y que quisiera disfrutar tanto como los chavales, en ese caso desde aquí nos comprometemos a realizarle unas pruebas, y si demuestra sus aptitudes no tendríamos problema alguno en incluirle en alguna de nuestras plantillas. Seguro que habría un puesto de medio “volante” para usted. Pero hasta entonces, se le conmina a permanecer alejado de los terrenos de juego, o al menos, a soplar despacico, de modo que podamos ver a los chicos concentrados en el juego sin tener que preocuparse de sus vaivenes de usted.
El sábado pasado mismo, acudimos al campo del Amistad y allí estaba esperándonos (aunque p’a mi que vive allí), que talmente parecía al entrar que abríamos las puertas del Saloon y salíamos al desierto, silencio, columnas de polvo levantándose desde el suelo y capitanas rodando calle abajo… no le digo más que me eché la mano a la cartuchera p’a coger el revolver… Pero no, era el terreno de juego y usted presente. Total, que comienza el partido y allí no había quién diera pie con bola (nunca mejor dicho), los chicos esforzándose por adivinar hacia donde sería la próxima racha para ahorrarse unos metros y usía empeñado en llevarles la contraria y así es que en una de éstas, el delantero rojillo se encuentra con un balón salido de una nube y se queda sólo delante del portero visitante batiéndolo por alto. Cachislá!, antes esa nube no estaba…
Seguimos intentando adivinar como discurre el juego y viendo como nuestros tigres sufren más que se divierten con la pelota, el dominio es real, pero no hay manera de acercarse con peligro al área de los amigos, y en una que llegamos cae nuestro extremo. El señor colegiado que mira p’arriba como diciéndole “deje usted señor viento de empujar a los chiquillos”, y como no le ve la camiseta roja pues no pita ná… Lo malo es que poco después, y en el área contraria, lo ve más claro, y como tampoco es cuestión de culparle a usted de todos los males del mundo mundial, pues va el de negro y pita penalty. Poca carrera, nuestro portero que se lanza bien, pero no llega…2-0. Descanso
En la segunda mitad, pues idem de lo propio, sólo que esta vez son los de rojo los que tienen algo más de presencia ya que usted los empujaba hacia nuestra portería tal como había hecho en la primera parte con nosotros. Sin embargo, y sólo por su culpa, sigue habiendo poco juego, porque los chicos de ambos equipos estaban deseando hacer lo que saben. Pero no pudo ser, un nuevo gol de saque de esquina a favor de los locales ponía punto final a un encuentro que pudo ser bonito, y se quedó en ná.
Por su culpa de usted, reitero, así que le recuerdo nuestro ofrecimiento de vestir la camiseta naranja. Estamos dispuestos a recibirle con los brazos abiertos y los generadores eólicos en marcha, y al menos si lo del fútbol no es lo suyo, tendremos luz gratis, que está la cosica mala.
Atentamente, suyo afectísimo y blablablá, blablablá,…
Un sufrido aficionado despeinado
martes, 22 de marzo de 2011
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1 comentario:
La semana pasada se me olvidó el peine (aunque para los pelos que van quedando tampoco seperdió mucho), pero esta semana parece que puede que haya que llevar paraguas.
Forza tigres!!!!!!!!!!!!!!
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