Podríamos titular esta crónica “Naranjas en la niebla” o “De cómo meter un gol cuando no ves la portería” o quizá “Tratado práctico sobre la influencia de la condensación del vapor de agua en el valle del Ebro y sus implicaciones con el balompié”, pero no. Lo del sábado pasado fue simplemente cosa de los hados (y hadas, por si acaso lo lee el Ministerio de Igualdad), la mala suerte y quizá también algo de falta de puntería.
Creo que fue un buen partido de los tigres. El balón se movía bien, y a pesar de la buena presión de los chavales del Utebo, se conseguía llegar a las inmediaciones del área azulona con peligro, pero ay maño!, una vez allí, no había manera de que la pelotica besara las redes. Que si la tiro fuera (tiempo tendré…), que si le pego al poste (hay que ver como suena…), que si vamos a probar al portero (pues se la ha parado…). Total, que los minutos pasan y el marcador con un 0-0 tan grande como los ojos de los que allí estábamos. Y así termina la primera parte. En el descanso, confianza entre los progenitores (-as) de los tigres en que el balón terminaría entrando, pero también entre los uteberos (-as. Esto lo he tenido que buscar porque ni idea oye…) que veían como sus vástagos (en este caso no había –as) peleaban como leones y los del Juventud no atinaban con la portería.
Segunda parte calcada, que no entra tú!, a sufrir. Vuelta la burra a la estaca y los minutos pasando…Menos mal que al final el esferíco (en la ribera del Ebro lo llamamos así. Por cierto, no veáis lo que me ha costado convencer al Word) tuvo a bien traspasar la línea de gol, más por pesadez de los naranjas que por otra cosa, y el marcador finalmente guiñó el ojo: l-0. Uf!
En resumen, buen partido del Juventud que no logró un resultado acorde con las ocasiones creadas, y gran partido de los de Utebo con una excelente presión y un gran portero, que los hacen merecedores de un mejor puesto en la tabla. Ya llegará.
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