Diríase que se
antojaba una batalla fácil al sur de la Inmortal, puesto que la marcha de ambas
escuadras así parecía indicarlo, más no fue tal. Quizá las razones habrían de buscarse en la
falta de puntería de los visitantes, puesto que las oportunidades para sentenciar
la contienda se sucedieron a lo largo y ancho del encuentro, pero unas veces el
desacierto y otras el tesón impuesto por los locales evitaron que los tigres
anotaran antes el gol que les diera tranquilidad en el juego.
Bien es cierto
que esa falta de puntería no influyó en el juego desplegado por los tigres, que
en todo momento siguieron a lo suyo buscando el gol y desbaratando cualquier
intento de ataque de los azules, pero habríamos de esperar a la segunda mitad
para conseguirlo. Fue tras el
lanzamiento de un saque de esquina cuando, tras varios rechaces del portero local
a los disparos a bocajarro naranjas, el delantero visitante acertó a introducir
el balón en la portería. Espoleados por
el gol, fueron los locales los que intentaron estirar líneas aproximándose con
mayor asiduidad al área del Juventud aunque sin crear excesivo peligro, hasta
que un balón en medio campo es golpeado por el lateral izquierdo naranja y,
cual Agustina de Aragón en el Portillo, conecta un cañonazo que salva las
defensas de El Salvador y penetra, tras maltratar la escuadra de la portería local,
en la meta defendida por el portero azulón.
Ahí terminó el
encuentro, los locales no encontraban fuerzas con que recuperar el terreno
perdido, y los visitantes no volvieron a acertar con la puntería a pesar de
disponer de alguna ocasión más.
Hasta aquí lo
acontecido, o al menos la parcial visión que de ello tuvo esta humilde lente
digital. El sábado que viene más y
mejor.
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