martes, 13 de abril de 2010

Jornada 22. Alcañíz "B" 3 - Juventud 2

Un gran partido… y una injusta derrota

El infortunio se cebó de nuevo con las huestes naranjas, y ya van unas cuantas veces esta temporada. Si hiciéramos cuentas de los partidos que hemos perdido por un gol de diferencia veríamos que, de haber sido el resultado a favor, estaríamos ahora en puestos de “güefa” y casi casi de “championslig”. Sin embargo no era ese el objetivo de esta temporada, se trataba de aprender a jugar el balón, de conjuntarse, de hacer grupo, y estos objetivos, cuando faltan cuatro partidos para acabar, se han cumplido. Lo vemos en cada encuentro y volvimos a verlo el pasado sábado. No se trata de caer en la autocomplacencia, faltan cosas, queda saber amarrar este tipo de partidos, salir al campo concentrados desde el primer minuto, hacer que la garra sea la seña de identidad de los tigres junto al buen juego, defender con la misma intención que se ataca, pero son cosas que se basan en la competitividad, tiempo habrá…

En cuanto al partido, la mayoría de vosotros lo vísteis. Esta vez a los chavales no pareció afectarles el viaje como en la anterior visita a pesar de la intempestiva hora (en la negrita podéis colocar cada uno el improperio que os apetezca) a la que comenzaba el partido y que nos obligó a dejar los dulces brazos de Morfeo a eso de las siete A.M.. Salieron concentrados y eso se reflejó pronto en el marcador al aprovechar una indecisión de la defensa contraria para robar el balón y anotar el primer gol. La primera parte continuó con los naranjas jugando con intensidad, buscando el juego por las bandas, combinando y llevando peligro al área contraria, aunque este dominio no sirviera para aumentar la ventaja en esta primera mitad. Por el lado contrario el Alcañíz mostraba peligro con un par de jugadores, pero sus acciones se mostraban excesivamente individualistas y no pusieron en demasiados aprietos a la defensa ni al recién estrenado portero naranja (Felicidades Mati y un abrazo para Carlos, te esperamos pronto). En la retaguardia se mostraban expeditivos, utilizando su superioridad física para alejar el balón de sus dominios cual satélite que fuera necesario poner en órbita.

Con este resultado de 0-1 se llegaba al descanso, lo que hacía presagiar una segunda parte “movidita”. El Alcañíz debías echar mano de su fuerza y acorralar al Juventud desde el inicio para igualar pronto el marcador, pero la propuesta de lanzar balones arriba para buscar el gol no le funcionó (en principio) y fueron los tigres los que tras una buena jugada por la banda consiguieron el 0-2.

Este segundo gol y la amenaza de un tercero que finalmente fue anulado espabiló a los blanquinegros que comenzaron a emplearse a fondo en defensa espoleados desde su banda donde se les pedía insistentemente “no les dejéis jugar”, conscientes como eran de que ese era el peligro. Y llegó el primer gol, y con el los aprietos, ya que a pesar de no hilvanar jugadas claras, el Alcañíz llevaba peligro constantemente a la portería naranja a base de pelotazos largos que recogía uno de sus jugadores apostado junto al área emulando la posición de “palomero” que en su día inventara el gran Iturriaga para el baloncesto. De este modo llegaría el empate a falta de pocos minutos para el final, y también del mismo modo, cuando ya casi dábamos por bueno el resultado a la vista de las circunstancias, llegó la puntilla cuando el partido finalizaba.

Un 3-2 que dejó a los chicos y a los aficionados bastante tocados visto el desarrollo del partido, y que ni siquiera el postrero bocata y la obligada cervecita lograron compensar, debido quizás a la cantidad de jugos gástricos que tuvimos tiempo de segregar contemplando su elaboración, entre una maraña de notas escritas y no escritas, butanos que se acababan, manos que se agitaban, nervios en el tendido 5, “mi medio de chorizo, por favor”, “el mío no lleva queso”, “usted que me ha pedido?”, “y mi tortilla…”

(Desde aquí pedimos disculpas a los responsables de la barra si en algún momento nuestra faz mostró una crispación superior a la que un bocadillo se merece, pero comprendan la situación, treinta minutos mirando fijamente la plancha suponen un suplicio para un estómago que lucha por retener al tigre que lleva dentro ;)

Y colorín, colorado, este testamento se ha acabado. Creo que deberían inventar un ordenador al que se le acabara la tinta para evitar este tipo de tochos. En cualquier caso estimado lector, debes saber que si has conseguido llegar hasta aquí estás más que preparado para leerte de una sentada las obras completas de Schopenhauer, notas del editor incluidas, y si me apuras hasta el “Diez Minutos”.

Nos leemos en el próximo partido. Saludos cordiales y FORZA JUVE!!



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