Siento la tardanza en la publicación de los videos, pero
estas semanas no estaba la cosa para chanzas, así que únicamente dejaré los resúmenes
de los partidos pendientes, no hay ganas de más.
Únicamente quisiera hacer una reflexión al hilo de lo
acontecido. Hemos vivido la lucha de un
pequeño futbolista por aferrarse a la vida con la esperanza de volver a dar
patadas a un balón. Eso debería ser lo
único importante en éste y en cualquier otro deporte base. SU ilusión, SU disfrute.
Estamos acostumbrados, y hemos vuelto a vivirlo este fin de semana, a ver como los “adultos” que nos acercamos a los campos a presenciar los partidos actuamos como si de un circo romano se tratase, insultando, llevando a nuestros hijos al límite con nuestras exigencias, profiriendo amenazas, llegando incluso a las manos mientras los pequeños nos observan pasmados desde el terreno de juego. ¿Cuándo seremos capaces “los adultos” de comprender que no es nuestro juego, que no somos los protagonistas? Que nuestra única misión aquí es acompañarles y animarles; que debería ser para nosotros más que suficiente gozar viéndoles hacer lo que más les gusta, ganen o pierdan y que además no tenemos ningún derecho a nada más. Ya sé que todo el mundo está de acuerdo en esto, que cualquiera lo firmaría, pero cuando llega el sábado nos olvidamos. Volvemos a gritar enloquecidos a la arena del circo estropeando SU diversión, arruinando SU ilusión y faltando al respeto a esos pequeños, nuestros hijos, que debieran ser lo único que se hiciera notar en el campo con su juego. Porque, a ver si nos enteramos, ellos están jugando, y cuando ellos juegan los demás sobramos.
Estamos acostumbrados, y hemos vuelto a vivirlo este fin de semana, a ver como los “adultos” que nos acercamos a los campos a presenciar los partidos actuamos como si de un circo romano se tratase, insultando, llevando a nuestros hijos al límite con nuestras exigencias, profiriendo amenazas, llegando incluso a las manos mientras los pequeños nos observan pasmados desde el terreno de juego. ¿Cuándo seremos capaces “los adultos” de comprender que no es nuestro juego, que no somos los protagonistas? Que nuestra única misión aquí es acompañarles y animarles; que debería ser para nosotros más que suficiente gozar viéndoles hacer lo que más les gusta, ganen o pierdan y que además no tenemos ningún derecho a nada más. Ya sé que todo el mundo está de acuerdo en esto, que cualquiera lo firmaría, pero cuando llega el sábado nos olvidamos. Volvemos a gritar enloquecidos a la arena del circo estropeando SU diversión, arruinando SU ilusión y faltando al respeto a esos pequeños, nuestros hijos, que debieran ser lo único que se hiciera notar en el campo con su juego. Porque, a ver si nos enteramos, ellos están jugando, y cuando ellos juegan los demás sobramos.
Ojalá fuera así, no habría mejor homenaje para Óscar, pero
no confío demasiado en NOSOTROS…
1 comentario:
Preciosa reflexión, y como siempre, fenomenalmente expresada. Ojala fuese verdad algún día.
Va por Oscar.
Publicar un comentario